Durante la guerra de los años 90 el puente fue destruido, llevándose con él cualquier tipo de convivencia entre etnias. Después de acabado el conflicto se reconstruyó y, en el año 2005, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Además de restituir un bien arquitectónico de gran belleza, se pretendió con esto simbolizar la vuelta a la paz.

Mostar es una pequeña ciudad que además de su puente tiene otros atractivos, como el Kujundziluk, el barrio viejo, repleto de pequeñas tiendas de recuerdos y artesanía.
Otros lugares que ver son la Mezquita Koski Mehmed Pasha o las casas  Muslibegovica y Biscevica, de la época otomana. De esa época es también la Mezquita Karadjoz-bey, con el minarete más alto de Hercegovina.

Mostar también muestra la parte más trágica de su historia reciente, ya que por todos lados pueden verse señales de la guerra. Casas derruidas, marcas de disparos en las paredes, las caras tristes de la gente o el gran cementerio donde están enterrados aquellos que murieron durante los enfrentamientos. Es la cara amarga de una bella ciudad que, aunque esté de nuevo unificada, sigue guardando viejas rencillas del pasado. La zona que representa todo esto es el Bulevar, una especie de línea divisoria donde los combates fueron más encarnizados.

Si visitamos Mostar no debemos olvidar que en la parte musulmana se siguen los preceptos de esa religión, por lo que no se bebe alcohol y no se come cerdo. Si queremos hacerlo, deberemos atravesar el río.

Para ver una tradición de muchos años, no tenemos más que acercarnos al Stari Most y esperar a que uno de los muchos experimentados saltadores se tire al vacio desde los casi 30 metros de altura para acabar cayendo en las verdes aguas del río Neretva. Sinceramente, no recomiendo intentarlo.

Fotos: Jrwooley6

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