Foto: alex and mac

Yerba y la Odisea

Cuenta la leyenda que esta era la isla de los lotófagos de la Odisea, el lugar donde los hombres de Ulises perdieron la memoria y las ganas de regresar a sus hogares tras probar un fruto dulce como la miel.

Cierto o no, lo que sí es verdad es que se tiene constancia de la existencia de Yerba desde la Antigüedad.

Las cien mezquitas de Yerba

Se dice que Yerba es la isla de las cien mezquitas, pero en realidad hay muchas más. Son pequeñas y de decoración modesta. Algunas de ellas subterráneas, como Jemaâ Louta.
En Houmt Souk, la principal ciudad de la isla, hay algunas muy famosas, como Jemaâ Ettrouk o Mezquita de los Turcos, y Jemaâ El Ghorba o Mezquita de los extranjeros.

A lo largo de toda la costa se construyeron decenas de mezquitas que sirvieron de pequeñas fortalezas. Hacían una función de vigilancia y, al mismo tiempo, de defensa frente a los enemigos. Una de las más conocidas es Jemaâ El May.

¿Qué ver y hacer en Yerba?

Yerba es muy visitada por sus bellas playas de arena, aunque también por lo pintoresco de su arquitectura. La casa tradicional o menzel es una casa de planta cuadrada o rectangular  con un patio interior al que se abren todas las ventanas. En el menzel llegaban a vivir tres generaciones de la misma familia.
La mayoría de estas viviendas tienen aljibes para recoger el escaso agua de lluvia que cae a lo largo del año, ya que en la isla no hay mucha agua potable.

Foto: Tab59

En Houm Souk puedes ver la fortaleza de Borj El K’bir, del siglo XV, el Museo de Artes y Tradiciones Populares o la Sinagoga El Ghriba, que da fe de la existencia de una comunidad judía en Yerba, una de las pocas comunidades de esta religión que aún permanecen en países musulmanes y que llegó a la isla en el siglo I d.C.

A la hora de comer, puedes probar algunos platos típicos, como la Malthoutha (cuscús de cebada), la Kammounia (guiso de carne), el Osbane (tripas rellenas), la Ouzaf (anchoas secas). Para beber, el legmi (vino de palma de fermentación rápida) y el l’ban (leche fermentada con suero).

Si viajas en verano, podrás asistir a varios festivales. Uno de los más conocidos es el Festival de Alfarería de Guellala, que se realiza en agosto en esta localidad, famosa por sus artesanos de la terracota.

Y, por último, si eres fan de Star Wars, no dejes de visitar la localidad de Ajim, donde se filmaron las localizaciones exteriores de la ciudad de Mos Eisley.

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La increible historia de Ganvié

Hace 200 años los Tofinu, una tribu de pacíficos agricultores, fundaron la ciudad sobre el lago cuando huían de las tribus esclavistas Fon, ya que estos no podían entrar al agua debido a que sus creencias religiosas se lo prohibían.

Aunque Dahomey, el sanguinario reino de los Fon, hace mucho tiempo que ya no existe, los habitantes de Ganvié y los poblados cercanos, asentados también sobre el agua, ya no han querido volver a tierra firme.

La vida en la Venecia africana

En Ganvié todo gira en torno al agua. Las mujeres se reúnen para vender sus mercancías en un colorido mercado que se desarrolla sobre canoas, mientras que los hombres se dedican a la pesca.
En esta zona se utiliza una técnica conocida como acadja que les permite aumentar de manera asombrosa la cantidad de peces capturados. Para ello se utilizan unas empalizadas hechas con ramas de árboles y dispuestas a modo de laberintos. Las mismas hojas de las ramas al pudrirse y las algas que allí se acumulan sirven de alimento a los peces, que quedan encerrados hasta que llega el momento de la captura, mediante nasas y redes.

El vudú en Ganvié

El vudú es la práctica religiosa con más adeptos en Ganvié. En los últimos años han proliferado los templos e iglesias de otras religiones, pero eso no es inconveniente para que aún perduren muchas supersticiones y creencias animistas.
La ciudad está incluida en todos los paquetes turísticos que se anuncian como «Ruta del vudú», aunque para los interesados en conocer la cuna del vudú es preferible visitar Ouidah, en el interior del país.

¿Por qué visitar Ganvié?

Porque supone algo diferente a lo habitual en África. Es verdad que alrededor de todo el mundo hay varias ciudades lacustres, pero conocer la historia de Ganvié y observar la manera en que sus habitantes se han adaptado al medio, es una experiencia única.

También porque está muy cerca de Cotonou, la principal ciudad de Benín. Desde allí no tendrás problema para llegar a Ganvié, ya que todas las rutas organizadas incluyen una visita a la localidad y un paseo en barca por sus canales.

Fotos: Sara&Joachim

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Curiosamente, en este lugar que vio nacer a nuestros más viejos antepasados, viven en la actualidad tribus que parecen haberse quedado en la prehistoria. Por supuesto, el contacto con la civilización les ha hecho aprender de la modernidad a marchas forzadas, pero siguen manteniendo costumbres y formas de vida ancladas en el pasado.

Este es el territorio de los fieros Mursi y sus adornos bucales, los Hamer y sus mujeres trenzadas de color ocre, los Karo y sus pinturas inquietantes, las mujeres Erbore y sus collares o los Dorze y sus fascinantes casas elefante, llamadas así por su apariencia. También de los Kwegu, muy afectados en la actualidad por la construcción de una presa que está acabando con sus medios de subsistencia y de los Konso, más evolucionados a simple vista, pero con menos posibilidad de vivir de un turismo que demanda lo exótico, además de otras tribus.

Sin duda un viaje al Valle del Omo es un cúmulo de experiencias visuales dado el colorido de los maquillajes, los estrambóticos tocados, los platos que les deforman la boca y la indiferencia con la que viven con algo sumamente asombroso, pero que no deja de ser cotidiano para ellos.

Por supuesto, no todo es tan bonito. Esta zona, igual que toda Etiopía, está sumida en la pobreza, además de en conflictos entre tribus. Es habitual ver por estos parajes hombres con kalashnikov, según ellos mismos para proteger sus territorios y sus ganados.

También es común que las visitas turísticas a los poblados se conviertan en un mero intercambio comercial de fotografías por dinero, o que algunos, como los temibles Mursi se tornen en inflexibles negociadores de unos minutos de su vida. Tienen éstos una mala -y muchos dicen que merecida- fama de ser toscos, poco simpáticos y amenazadores, además de no tener el menor reparo en adueñarse de lo ajeno.
Son esos mismos Mursi que, por otra parte, fascinan al viajero con sus adornos y tocados de extraños materiales y con los platos de cerámica que les deforman los labios y los lóbulos de las orejas hasta límites insospechados.

Estas tribus, en ocasiones tan violentas y primitivas tienen, curiosamente, un marcado sentido de la estética. Son famosas las fotografías de Hans Silvester en su libro Natural Fashion: Tribal Decoration from Africa, donde se muestran las increibles decoraciones corporales hechas tan solo con pinturas naturales y sus propias manos. En muchas de estás imágenes acompañan sus maquillajes con adornos y tocados fabricados con todo tipo de materiales. Todo un ejemplo de arte sin más medios que los que ofrece la naturaleza.

Fotos: (Hamer) Gusjer, (Mursi y Karo) Marc Veraart, (Dorze y Erbore) MauritsV

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Las Tumbas Kasubi eran el lugar de enterramiento de los cuatro últimos reyes de Buganda, antiguo reino del pueblo Baganda, y fueron construidas a partir de 1881 en la colina Kasubi de la capital ugandesa, Kampala. Este lugar tenía un fuerte componente cultural y de identidad de los Baganda, hasta tal punto de que hay sospechas de que las tiranteces entre su rey y el presidente ugandés hayan tenido algo que ver en este suceso. De hecho, la visita de este último al lugar, ha provocado graves incidentes entre ciudadanos y policía.

En cualquier caso, sea provocado, o un desgraciado accidente, este hecho supone perder un Patrimonio de la Humanidad y multitud de objetos que daban fe de la historia y cultura del pueblo ugandés. Sólo queda esperar que sea posible recuperar este monumento.

Para más información sobre las Tumbas Kasubi, podeis visitar esta web (en inglés).

Fotos: notphilatall

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Este pueblo es conocido turísticamente por sus casas excavadas en la roca. En realidad, son cuevas que antiguamente habitaban los tellem, tribu pigmea a la que expulsaron en el siglo XIV.
Las cuevas pasaron a ser graneros con el tiempo y, en la actualidad, se utilizan principalmente como sepulturas. Han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Los Dogón pasarían, quizás, por ser una tribu africana más si no fuera por un detalle: poseen unos conocimientos astronómicos impropios para sus características. Conocen la estrella Sirio y su compañera, Sirio B, a la que llaman Po tolo. Saben lo que ésta tarda en realizar una órbita completa alrededor de la primera, además de saber lo que tarda en hacerla sobre si misma, y que está compuesta del «material más pesado del universo».
También hablan de Emme Ya, otra estrella en el sistema de Sirio.
Lo más curioso de todo es que la astronomía moderna descubrió que Sirio era un sistema triple hace pocos años, por lo que es extraño que los Dogón lo conocieran, ya que no se ve a simple vista.

Otras teorías de los Dogón son que la luna es seca y estéril, que Saturno tiene anillos y que Júpiter tiene cuatro satélites (los cuatro  mayores que describió Galileo), consideraciones todas ellas ciertas y que en nuestra sociedad han precisado de adelantos tecnológicos para ser conocidos, como el telescopio.

A lo largo de los siglos han basado su mitología en estas creencias. De hecho, creen que recibieron estos conocimientos de unos curiosos seres anfibios llamados Nummos que descendieron de un satélite de Emme Ya 3000 años antes de Cristo.

Numerosos antropólogos y otros estudiosos han viajado hasta la zona intentando descifrar estos misterios y evidenciar la presencia de extraterrestres en la zona. Nunca se ha podido demostrar nada y son muchos los que creen que esta tribu recibió sus conocimientos de algún forastero que llegara hasta sus tierras, como ha pasado en otras culturas.

Si visitas Mali, no dejes de ver la zona. Aunque nunca haya habido extraterrestres, el país Dogón es un sitio realmente especial.

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