La Nesebar histórica

Nesebar es una de las ciudades más antiguas de Europa, con más de 3000 años de historia a sus espaldas. Se cree que fue fundada por los tracios, que la llamaron Menebria. Posteriormente, fue colonia griega y recibió el nombre de Mesembria, que conservó durante siglos.

Fue invadida por tres imperios: el bizantino y el búlgaro, que se la disputaron durante toda la Edad Media, y el otomano, que la gobernó durante casi cuatro siglos.

¿Qué ver en Nesebar?

El lugar más importante de Nesebar es la ciudad antigua, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 y está situada en una isla que ha sido unida artificialmente al continente.

Lo más destacado de este centro histórico son sus numerosas iglesias, que fueron construidas en arte bizantino y búlgaro. Puedes ver, entre otras, algunas tan bellas y bien conservadas como la Iglesia del Cristo Pantocrátor o la Iglesia de los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel y otras de las que solo quedan las ruinas, como la Basílica de Hagia Sofia, que fue construida en el siglo V o VI y que está situada en lo que era el centro de la ciudad o la Basílica de María Eleusa, del siglo XV y que posiblemente formó parte de un monasterio.

Muchas de las casas de madera del casco antiguo fueron construidas en los siglos XVIII y XIX. Una de las más bonitas y representativas de ese período artístico es la Casa Moskoyani, que alberga el Museo Etnográfico.

Foto: Mark Ahsmann

Otros museos interesantes son el Museo de Arqueología y los que están ubicados en la Iglesia de San Spas y en la Iglesia de San Esteban. Aunque aparentemente parecen muy sobrias, las paredes interiores de ambas iglesias están decoradas con numerosas escenas religiosas de gran valor artístico.

La ciudad antigua de Nesebar siempre estuvo amurallada. Actualmente se conserva una parte de la muralla bizantina y los restos de una fortaleza de la misma época.

La playa en Nesebar

Aunque el casco antiguo recoge lo más bonito para ver, si quieres ir a la playa, es mejor que lo hagas en la parte nueva de la ciudad.
A lo largo de toda la costa hay cientos de hoteles y largas playas donde podrás disfrutar de numerosos deportes acuáticos y comprobar por qué esta es una de las zonas preferidas por los turistas del país.

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Tréveris fue fundada por Augusto en el siglo 16 a.C. y recibió el nombre de Augusta Treverorum.
En los siglos que transcurrieron desde sus inicios hasta el siglo V, tuvo momentos de gran esplendor en los que llegó a ser conocida como la «segunda Roma» y fue una de las capitales que tuvo el Imperio Romano de Occidente.

Clara muestra de los días gloriosos de ciudad romana son el Anfiteatro, las Termas imperiales, el puente romano, la Basílica de Constantino o Aula Palatina y la Porta Nigra. Esta última, que es conocida por los habitantes de Tréveris simplemente como Porta, es el símbolo de la ciudad.
Estos monumentos, junto con la Catedral de San Pedro, considerada la más antigua de Alemania, y la Catedral de Nuestra Señora, están incluidos en la lista de Monumentos romanos de Tréveris declarados Patrimonio de la Humanidad.

La Catedral de San Pedro, principal templo de la ciudad, alberga la Túnica Sagrada de Jesucristo, llevada desde Tierra Santa por Santa Elena, madre de Constantino. La historia dice que esta fue la última ropa que vistió Jesucristo antes de ser crucificado y que, según el Evangelio de San Juan, fue sorteada entre los soldados romanos que lo llevaron a la Cruz.

La Edad Media en Tréveris estuvo muy ligada a la iglesia. En el siglo VI la ciudad se convirtió en arzobispado. En siglos posteriores los arzobispos fueron acumulando cada vez más poder, hasta que en el siglo XII empezaron a formar parte del Consejo de Electores del Sacro Imperio Romano Germánico, un selecto grupo de gobernantes que tenían el poder de elegir al emperador.
Este privilegio duró hasta que, a raiz de las Guerras revolucionarias francesas, el Consejo fue disuelto a finales del siglo XVIII.
De toda esa época quedan numerosos vestigios en la ciudad: Haupmarkt, donde se encontraba el mercado, y que es hoy una bonita plaza, la Iglesia de St. Gangolf, la Marktkreuz, que es la cruz del mercado, la fuente Petrusbrunnen, la Casa de los Reyes Magos, la Casa Roja o el edificio Steipe.

En 1818 nació en Tréveris el que es, sin duda, su ciudadano más conocido internacionalmente: Karl Marx, filósofo y padre del marxismo. La casa donde nació, en la Brückenstrasse, se puede visitar.

Tréveris tiene un bonito centro histórico, pero hay muchas otras cosas que ver y hacer. Desde visitar los bellos alrededores a realizar un crucero fluvial por el río Mosela, sin olvidarse de probar la gastronomía de la zona acompañada de un buen vino con denominación de origen Mosela-Sarre-Ruwer. El mejor momento, durante el Festival del Vino y del Gourmet, que se celebra cada año durante un mes.

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Si recorres el cauce fluvial, desde Pouilly-en-Bassigny, en Francia, hasta las aguas del frío Mar del Norte, encontrarás en el camino muchas ciudades que han crecido haciendo sombra a sus aguas.
Una tercera parte de este itinerario transcurre por las tierras de Valonia, en Bélgica, una región cargada de historia y lugares hermosos.

Lieja y Namur son las dos ciudades más importantes del recorrido valón.

Lieja está ubicada en un enclave excepcional, muy cerca de la frontera con Alemania y Países Bajos.
Es una bonita ciudad universitaria con muchos lugares para ver. Entre ellos la Colegiata Saint-Barthélemy, una excepcional muestra del arte mosano románico.

En Namur, la capital de Valonia, se une el Mosa con su afluente el Sambre. Su posición de vigilancia sobre esta unión es su principal reclamo turístico y son muchas las atracciones relacionadas con ambos ríos que se ofrecen al viajero.

Estas dos localidades parecen ser lo más importante que ver en el recorrido por Valonia, pero antes de llegar a ellas se esconde un pequeño gran tesoro: Dinant, la conocida como Hija del Mosa.

Algunos dirán que es una de tantas ciudades pegadas a las aguas de un río, pero Dinant es para otros un lugar extraordinario.
Lo que más impresiona a primera vista es su ubicación, casi al límite, entre el Mosa, que parece engullirla y el Peñón Bayard, tan grande y poderoso como el caballo de leyenda que le da el nombre.
En lo alto de la enorme roca se erige majestuosa la Ciudadela, que alberga el Museo de Armas, además de otros objetos de interés, pero que es ante todo un fantástico mirador.
Los más valientes podrán subir a pie los más de 400 escalones de acceso, aunque también es posible llegar hasta allí por medio de un teleférico.

Otro de los monumentos que se aprecian a simple vista al llegar a Dinant es la Colegiata Notre Dame, con unas impresionantes vidrieras, de las más grandes de Europa. Esta iglesia sobresale por encima de los demás edificios, mostrando orgullosa su campanario en forma de bulbo.

Como lugar curioso, se puede visitar la Maison de la Pataphonie, una especie de museo donde se muestra como cualquier objeto cotidiano puede producir música.

En las afueras de Dinant está la cueva La Merveilleuse, una de las más bonitas de Bélgica.

Foto: EmDee

Para los amantes de la música hay que destacar que en esta ciudad nació el inventor del saxofón, Adolphe Sax, y por ello se celebran ciclos musicales y concursos relacionados con este instrumento con bastante frecuencia. Los más conocidos son los Domingos del Señor Sax, en verano, y el Concurso Internacional de Saxófono Adolphe Sax, que tiene lugar cada cuatro años.

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En los últimos años este lugar se ha ido convirtiendo en un destacado lugar de vacaciones para miles de mujeres gay. El elevado número de personas que la visitan cada año ha dado a conocer la isla en todo el mundo, pero la relación establecida entre el gentilicio lesbiana y las mujeres homosexuales no ha gustado nada entre los lugareños. Hasta el punto de que éstos han llegado a ir a juicio para pedir que sólo se permita el uso de la palabra como referente a la isla.

Lesbos es la tercera isla en tamaño de Grecia, pero nunca ha gozado de la fama de otras más pequeñas como Santorini. Para muchos, esto es por lo agreste de su paisaje, repleto de olivares en unas zonas y desértico en otras.
Otros saben encontrar el encanto que todo lugar tiene en su importancia histórica. No en vano Lesbos atesora 3000 años de antigüedad y el paso de múltiples pueblos por ella. Romanos, bizantinos y otomanos dejaron en estos parajes su inconfundible huella.

Mitilene, la capital, es una pequeña ciudad que mira a la cercana costa turca. Su monumento más destacado es el Castillo, en las afueras, pero esta localidad, la más visitada del país, aunque no sea  suficientemente conocida, tiene un encanto propio. Es agradable pasear por sus calles, por su puerto, presidido por una estatua de la libertad, de menor tamaño que la americana, o por sus mercados, parar en una de sus muchas cafeterías a tomar un vaso de ouzo, el licor típico, o comer un buen pescado en los restaurantes cercanos al mar.

Desde Mitilene es posible también realizar excursiones a Turquía.

Muy cerca de la capital se encuentran el Acueducto romano de Moria, del siglo III a.C. y Thermi, una zona de aguas termales muy importante por su valor arqueológico.

Más al sur se puede visitar Plomari, lugar de elaboración del ouzo. Cerca de esta ciudad están dos de las playas más conocidas de la isla: Playa Melinta y Playa Agios Isidoros.

En la parte norte de Lesbos se encuentra Mithymna o Molyvos, una bonita localidad de casas de piedra que está coronada por un castillo, a las orillas de una espectacular bahía. Como en todo Lesbos, el mayor encanto de este lugar reside en callejear y mezclarse entre los lugareños.

Lesbos tiene muchos otros lugares típicamente turísticos. Ejemplo de ello son Vatera, Anaxos, Skala Kaloni, Megalochori o Petra (no confundir con la jordana), con su iglesia Glykfylousa Panagia,

Por último, aunque esta isla no es especialmente conocida por sus monumentos, sí que cuenta con varios monasterios e iglesias de gran belleza. El Monasterio de Limonos, la Catedral de San Anastasio o Panagia Tis Gorgonas son muestra de la bonita arquitectura ortodoxa de Lesbos.

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Es grande la afición al toreo que hay en La Camarga y, prueba de ello es que una de las plazas más famosas de Francia se encuentra en Arles, la ciudad más al norte del delta del Ródano.

Saintes Maries de la Mer recibe su nombre, que significa Santas Marías de la Mar, por María Salomé y María Jacobé, que llegaron a la ciudad procedentes de Tierra Santa junto a la esclava Sara, huyendo de los ataques contra los cristianos. En el mismo barco viajaban, entre otras personas cercanas a Jesucristo, María Magdalena y Santa Marta, que posteriormente marcharon a evangelizar otros lugares de Francia.

Las reliquias de las Santas se conservan todavía, a pesar de las múltiples vicisitudes que han pasado, en la Iglesia Nôtre Dame de la Mer, un impresionante templo totalmente fortificado.
En la cripta donde se guardan los restos, se encuentra también una imagen negra: es la esclava Sara, conocida hoy en día como Santa Sara Kali, patrona de todos los gitanos.

La historia de Sara es algo misteriosa. Se ha llegado a decir que era la hija de Jesucristo y María Magdalena, aunque eso ha sido totalmente negado por la Iglesia Católica. También que no iba en el barco, sino que presintió la llegada de las Santas y las ayudó a desembarcar. Otra leyenda cuenta que sí viajaba en el barco y que, estando a merced de las corrientes y sin comida, se quitó el pañuelo de la cabeza e hizo la promesa de que si llegaban sanos y salvos a tierra no se volvería a quitar el pañuelo en señal de respeto a Dios, llegando después a Francia y cumpliendo su promesa el resto de su vida.

Esta última es la versión más aceptada entre el pueblo calé. Por ello, muchas gitanas le llevan pañuelos para demostrarle su devoción. Además, Santa Sara Kali está relacionada con la maternidad, por lo que las mujeres con problemas de fertilidad acuden a pedirle que las ayude a quedar embarazadas. También las que están encinta para tener un buen parto.

Los gitanos, que la han hecho su patrona, la veneran cada año en la última semana de mayo. Miles de personas llegan en peregrinación de todas las partes del mundo, principalmente del este de Europa, para celebrar tres días de fiesta y devoción.
El momento cumbre de esta fiesta es el día 24 de mayo, cuando la imagen de la Santa es sacada en procesión y llevada hasta el mar por los gitanos.
Al día siguiente son sacadas también las Santas Marías y llevadas igualmente hasta el mar.
El último día de celebración está dedicado al Marqués de Baroncelli, célebre aristócrata de la ciudad que consiguió que la Iglesia Católica autorizara las procesiones a Santa Sara, que no ha sido santificada por la Iglesia de Roma, y que fue un gran defensor de las tradiciones y de los gitanos.

En octubre se celebra una segunda peregrinación, aunque en esta ocasión dedicada solamente a María Salomé y María Jacobé.

Saintes Maries de la Mer es también una bonita, aunque pequeña, localidad costera en la que disfrutar del sol y la playa. Cuenta con un entorno natural espectacular que permite realizar muchas actividades al aire libre, como observar aves o montar a caballo, y tiene otros lugares culturales para ver, como el Museo y mansión Baroncelli.
También se puede disfrutar de otros momentos festivos. como la Feria del Caballo, que se celebra todos los años aproximadamente a mediados de julio, y en la que no faltan las corridas de rejones y desfiles de caballos en una fiesta con un regusto claramente español.

Fotos: Fiore S. Barbato

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