En busca de la Hija del Mosa

El Mosa es uno de esos ríos de los que poca gente ha oído hablar, a pesar de tener un nombre en la historia desde hace cientos de años. En concreto desde el siglo XIV, cuando fue establecido como frontera natural del Sacro Imperio Romano Germánico.
También es, para los más entendidos en geografía, el eterno acompañante del poderoso Rin en el delta de su desembocadura.

Vista de Dinant

Si recorres el cauce fluvial, desde Pouilly-en-Bassigny, en Francia, hasta las aguas del frío Mar del Norte, encontrarás en el camino muchas ciudades que han crecido haciendo sombra a sus aguas.
Una tercera parte de este itinerario transcurre por las tierras de Valonia, en Bélgica, una región cargada de historia y lugares hermosos.

Lieja y Namur son las dos ciudades más importantes del recorrido valón.

Colegiata Saint-Barthélemy

Lieja está ubicada en un enclave excepcional, muy cerca de la frontera con Alemania y Países Bajos.
Es una bonita ciudad universitaria con muchos lugares para ver. Entre ellos la Colegiata Saint-Barthélemy, una excepcional muestra del arte mosano románico.

Namur

En Namur, la capital de Valonia, se une el Mosa con su afluente el Sambre. Su posición de vigilancia sobre esta unión es su principal reclamo turístico y son muchas las atracciones relacionadas con ambos ríos que se ofrecen al viajero.

Estas dos localidades parecen ser lo más importante que ver en el recorrido por Valonia, pero antes de llegar a ellas se esconde un pequeño gran tesoro: Dinant, la conocida como Hija del Mosa.

Dinant. La colegiata sobresale en el centro.

Algunos dirán que es una de tantas ciudades pegadas a las aguas de un río, pero Dinant es para otros un lugar extraordinario.
Lo que más impresiona a primera vista es su ubicación, casi al límite, entre el Mosa, que parece engullirla y el Peñón Bayard, tan grande y poderoso como el caballo de leyenda que le da el nombre.
En lo alto de la enorme roca se erige majestuosa la Ciudadela, que alberga el Museo de Armas, además de otros objetos de interés, pero que es ante todo un fantástico mirador.
Los más valientes podrán subir a pie los más de 400 escalones de acceso, aunque también es posible llegar hasta allí por medio de un teleférico.

Ciudadela de Dinant

Otro de los monumentos que se aprecian a simple vista al llegar a Dinant es la Colegiata Notre Dame, con unas impresionantes vidrieras, de las más grandes de Europa. Esta iglesia sobresale por encima de los demás edificios, mostrando orgullosa su campanario en forma de bulbo.

Como lugar curioso, se puede visitar la Maison de la Pataphonie, una especie de museo donde se muestra como cualquier objeto cotidiano puede producir música.

En las afueras de Dinant está la cueva La Merveilleuse, una de las más bonitas de Bélgica.

La MerveilleuseFoto: EmDee

Para los amantes de la música hay que destacar que en esta ciudad nació el inventor del saxofón, Adolphe Sax, y por ello se celebran ciclos musicales y concursos relacionados con este instrumento con bastante frecuencia. Los más conocidos son los Domingos del Señor Sax, en verano, y el Concurso Internacional de Saxófono Adolphe Sax, que tiene lugar cada cuatro años.

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