Albarracín

Al levantar por primera vez la vista para descubrir Albarracín, en Teruel, España, te sorprende esa horizontalidad tan vertical que lo caracteriza. Me refiero a la sucesión de edificios pegaditos los unos a los otros que crecen sobre una ladera que sube hacia el cielo, como si de un anfiteatro romano se tratara, pero con turistas en lugar de actores. El color rojizo se funde con el verde del suelo y el azul del cielo, creando un collage nada estridente que regala la vista. Es muy curioso.

Detalle de Albarracín

Lo mejor; dejar el coche al llegar al pueblo, abajo, y disfrutar de una subida plagada de preciosas fotografías, bonitas panorámicas y, sobretodo, de aire fresco.

Callejear por esta preciosa localidad significa encontrar maravillosos restos de un pasado no tan pasado, debido a la genial conservación de este patrimonio. La introducción de elementos modernos como la farmacia, algunos restaurantes o diferentes comercios se ha logrado sin interferir demasiado con el entorno, manteniendo un ambiente acorde con la historia del municipio. No es de extrañar así que esté considerado como uno de los Conjuntos Histórico-Artísticos más interesantes de España y se declarara Monumento Nacional en 1961.

Vista de Albarracín

Es recomendable comenzar la visita por las Caballerizas del Palacio, en la Plaza del Palacio, donde actualmente se encuentra el Centro de Recepción de Visitantes. Es un edificio del s. XVIII donde podrán informarte de las rutas posibles y de las visitas que podrás hacer, ya que aquí se gestionan las entradas del castillo, por ejemplo, o la posibilidad de contratar a un guía local para que te muestre la localidad.

Si decides hacer la visita por tu cuenta, tendrás diferentes opciones; desde dar un paseo para echar un vistazo o visitar Albarracín en profundidad, pero todo a pie, por supuesto.

Vista de Albarracín y las murallas
Junto a la Catedral (s. XVI) se encuentra el Palacio Episcopal, hoy Museo Diocesano, donde podrás ver una importante colección de tapices flamencos del siglo XVI. Tras la curiosa torre de la Catedral se encuentra el Castillo principal; antigua alcazaba de los Beni Razín, una importante familia berebere que gobernó en esta zona entre los siglos IX-XII. Se encuentra en un sinuoso meandro del río Guadalaviar, junto con la mayor parte del pueblo de Albarracín. La fortaleza estaba protegida por la Torre de la Muela (hoy en ruinas) y por la Torre del Andador, hasta la que desemboca la mayor parte de las murallas que se conservan hoy día, éstas de época taifal.

No hay que perderse los paseos por esta localidad para descubrir una singular arquitectura: descubre las casas nobles, el Ayuntamiento con su plaza, las casas de madera y yeso rojo… Y no olvidemos la rejería en las fachadas, las puertas claveteadas, las barandillas de los balcones, los picaportes o las veletas, que son preciosos eslabones de la bonita joya que es Albarracín.

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