El Monte Saint Michel

El Monte Saint Michel, en la región de Normandía, en Francia, es uno de esos lugares que se prestan a la imaginación.
Una ciudadela medieval dispuesta en un monte y coronada por una abadía benedictina. Todo ello en una especie de islote en mitad del estuario de tres ríos, a merced del agua que sube y baja su nivel con las mareas.
Podríamos pensar que éste es el escenario de una novela histórica de intriga, pero en realidad es uno de los lugares más visitados de toda Francia y está declarado Patrimonio de la Humanidad y Grand site national, un reconocimiento a los monumentos galos de mayor interés.

Monte Saint Michel

 

En el pasado fue un lugar prácticamente inexpugnable, ya que cuando bajaba la marea existía igualmente el peligro de las arenas movedizas. Este peligro no ha desaparecido hoy en día, pero sí que es posible salvar la subida del agua por la carretera de acceso al monte, que no se llega a inundar a pesar de la crecida.

 

Este monte, cuyo nombre es un homenaje al Arcángel San Miguel, aparece en la historia desde tiempos de los primeros pobladores celtas. También lo conocieron los romanos, que lo llamaban Puerto Hércules, pero hasta la llegada del cristianismo no comenzó a formarse el conjunto arquitectónico actual.
La construcción más relevante es la Abadía benedictina que data del siglo X, aunque ya existía actividad religiosa en este lugar desde el siglo VIII.

Abadía Monte Saint Michel

Durante 8 siglos el monte pasó etapas de mayor y menor esplendor hasta que, tras la Revolución Francesa, los monjes fueron expulsados y el islote se convirtió en una cárcel. La prisión se cerró a finales del siglo XIX, pero la Abadía no volvió a funcionar hasta 1969.

Como digo, en el Monte Saint Michel la atracción más destacada es la Abadía, que fue construida en una mezcla de los estilos románico, gótico y gótico flamígero, pero merece la pena también darse un paseo por sus murallas, muy bien conservadas, que han servido de defensa a la Abadía desde la Edad Media, y desde las que se puede ver el bello panorama y la acción de las mareas, que dos veces al día cubren de agua los alrededores del monte, anegando a gran velocidad más de 15 kilómetros de paisaje.

Vista aérea del Monte Saint Michel

Otros lugares que ver son la Casa del Caballero Bertrand du Guesclin, del siglo XV, decorada y ambientada a la manera de la época, y los Museos Histórico y Marítimo, que sin duda son el complemento perfecto para sumergirse en la historia de esta ciudadela cargada de encanto.

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